Vir y Rubén llegaron a mí a través de un buen amigo y compañero. Una de esas bonitas casualidades que desde el primer momento sabes que sólo pueden traerte cosas buenas. Ella es de Santander y él de Carballiño. Una cántabra espontánea, transparente y creativa y un gallego galante, divertido y amante de la música.
Desde el primer contacto sucedieron muchas cosas. Cambios inesperados para ellos de fecha, de lugar... la vida misma. Y como en la vida misma, decidimos aferrarnos siempre, pasara lo que pasara, a seguir nuestros instintos y esas vibraciones que nos decían que pese a todo teníamos que escribir esta historia juntos. Y funcionó por naturaleza, por eso hoy puedo mostraros este día lleno de momentos, de originalidad y esencia. Y por eso también, después de un mes de su boda, tengo a ese angelito de la guarda, Vir, que me anima cuando edito, se preocupa, me reconforta, y me recuerda que lo más valioso que me llevo de este oficio, sin duda son ELLOS.
Ellos son Vir y Rubén...